viernes, 17 de octubre de 2008

Del Nacimiento Psíquico

La Alegría y el Amor constituyen las primeras manifestaciones de lo psíquico. Una alegría que puede ser prodigiosamente intensa y poderosa, pero sin exaltación, tranquila, profunda como la mar y sin objeto aparente. La alegría psíquica no necesita nada para ser, es, simplemente; ni siquiera en el fondo de una prisión puede dejar de ser, porque es un estado, no un sentimiento, como el río que corre y es gozoso por donde quiera que pasa, sobre el fango o sobre las rocas, en la pradera o en las montañas. Un amor que no es lo contrario del odio, que no necesita nada para ser, que es, simplemente; arde tranquilo en todo lo que le sale al paso, en todo lo que toca, porque no puede dejar de amar, porque este es su estado; nada es bajo para él, nada es alto, ni puro ni impuro; su llama no puede ser amortiguada, su alegría tampoco. Otros signos lo caracterizan también: es ligero, nada le pesa, como si el mundo fuese su juego; es invulnerable, nada le toca, como si para siempre jamás estuviese por encima de las tragedias, a salvo de todos los accidentes; él es el mago, él mira; es tranquilo, tranquilo como un hálito en el fondo del ser; vasto como si fuese por los siglos de los siglos la mar. Porque es eterno. Es libre. Nada puede atraparle, ni la vida, ni los hombres, ni las ideas, ni las doctrinas, ni los países, él está por encima, por encima siempre, y sin embargo, está, innumerable, en el corazón de cada cosa, como si fuese uno con todo. Porque él es Dios en nosotros.

Tomado de: Sri Aurobindo o La Aventura de la Consciencia.
Satprem.

No hay comentarios: